Las verrugas anogenitales (Condyloma acuminata) son tumores epiteliales benignos de la piel y membranas mucosas de los genitales y, de las regiones anal y perianal, secundarios a infecciones por Virus del Papiloma Humano (VPH). En los últimos años parecen seguir un curso paralelo a la infección en adultos, lo que ha provocado una inquietud creciente sobre la relación de estas lesiones con el abuso sexual en la infancia.
El mecanismo de transmisión más frecuente en adultos es el contacto sexual. Los niños pueden contaminarse cuando pasan a través del canal del parto, lo cual puede demorar en manifestarse hasta 5 años. La transmisión no sexual ocurre de la persona infectada al paciente sano, usualmente cuando se bañan juntos o comparten los mismos utensilios de baño, a partir de verrugas vulgares de las manos y excepcionalmente a través de objetos, cuando los virus sobre superficies contaminadas entran en contacto con lesiones microscópicas en la piel. En recién nacidos, pueden ser transmitidos durante el cambio de pañales o el baño. El abuso sexual como mecanismo de transmisión en niños es mayor a medidas que aumentan en edad y, son el doble de frecuentes en hembras.
Las manifestaciones visibles incluyen lesiones verrugosas elevadas pedunculadas, color carne, rosa, grisáceas o marrones, pruriginosas o dolorosas, las cuales pueden manifestarse con aspecto de racimos de coliflor, o con fusión de varias lesiones hasta formar grandes placas. Pueden localizarse en el monte de Venus, vulva (Figura N° 1)
, vagina, cuello uterino, región anoperineal (Figura N° 2)
o cara interna de muslos. En varones pueden presentarse en uretra, pene, prepucio y glande (Figura N° 3).
Las lesiones son diagnosticadas en base a los hallazgos clínicos descritos. En algunos pacientes puede ser necesario buscar lesiones internas en recto, conducto urinario y vagina. A partir de los 5 debe sospecharse abuso sexual como mecanismo de contagio, por lo que deben buscarse anormalidades en himen, o lesiones crónicas en ano o vagina. Debido a lo extenso del periodo de incubación viral, el abuso sexual pudo haber ocurrido meses previos a la aparición de los síntomas. De confirmarse el abuso, deben investigarse otras enfermedades de transmisión sexual.
Ningún tratamiento elimina completamente el virus; una de las metas es la eliminación de las verrugas visibles y eliminar la recurrencia de las mismas. La mejor manera de prevenir la enfermedad es evitar el contacto directo e íntimo con personas que las presentan. Se han desarrollado vacunas a partir de los 9 años, para la prevención primaria de infecciones por el virus VPH, las cuales ofrecen protección contra el cáncer de cuello uterino y las verrugas genitales cuando son administradas antes del contacto sexual.