Dolor pélvico agudo en niñas

Se caracteriza porque su instalación es de forma súbita, gran intensidad y permanencia. Cuando consultan adolescentes con dolor abdominopélvico agudo, la valoración inicial más importante debe ser dirigida a determinar si es necesaria una intervención quirúrgica de urgencia. Las causas son variadas; las cuales pueden afectar el útero o sus anexos (ovarios y trompas de Falopio), muchas de estas difíciles de diferenciar por la similitud de síntomas, otras susceptibles a ser tratadas en forma médica y, algunas de especial importancia en este aparte, a través de la cirugía. La mayoría de estas últimas afectan los anexos; solo una minoría son causadas por alteraciones congénitas del útero, como acumulación de sangre en su interior (hematocolpos) secundarias a obstrucciones. En adolescentes con actividad sexual, deben descartarse enfermedades inflamatorias de la pelvis y las de transmisión sexual, abortos y embarazos fuera del útero (ectópicos). La palpación abdominal buscará la presencia de signos de inflamación o la existencia de tumoraciones. La exploración y el ultrasonido vaginal se dificultan en adolescentes que no hayan tenido relaciones sexuales. La ecografía vía abdominal con vejiga llena, permite evaluar útero, trompas y ovarios. La tomografía computarizada se emplea en casos especiales o cuando se sospecha malignidad.

Se describirán los trastornos de los anexos que con mayor frecuencia provocan dolor pélvico agudo que obligan a la exploración quirúrgica.

Rotura de quistes de ovario

Los quistes simples de ovario son frecuentes en la adolescencia. Estos pueden ser asintomáticos o producir irregularidades menstruales, dolor pélvico o sensación de pesadez abdominal, sin embargo, en ocasiones los quistes se rompen espontáneamente o durante la actividad física; liberando su contenido y sangre hacia el abdomen, provocando dolor pélvico unilateral intenso, de aparición súbita, acompañado de náuseas y vómitos, con o sin, sangrado vaginal discreto. La exploración clínica abdominal no aporta hallazgos específicos; el dolor y la irritación en el cuadrante inferior derecho, hacen confundir con apendicitis aguda u otras condiciones que afectan los anexos, lo que hacen necesarias pruebas de laboratorio y ultrasonido pélvico para orientar el diagnóstico, además de descartar embarazos en adolescentes con vida sexual activa. Las molestias producidas por la ruptura del quiste desaparecerán paulatinamente, a medidas que sangre y líquido se reabsorban, de tal forma que, de confirmarse la condición, el tratamiento será con analgésicos orales administrados en el domicilio. En caso de persistencia de dolor intenso, es recomendable hospitalización para observación, repetir laboratorio y ecografía. Cuando el quiste persiste, crece o presenta rasgos ecográficos de malignidad, se considerará la cirugía para retirar las paredes del quiste y lavar la cavidad abdominal.

Torsiones del ovario

Suponen el 3% de las causas de dolor pélvico agudo en niñas y adolescentes. Aunque ovarios normales pueden sufrir torsión, esto generalmente ocurre en gónadas con lesiones quísticas, lo cual es más probable a mayor tamaño de la lesión, aún en las de naturaleza benigna. La torsión afecta con más frecuencia al ovario derecho, debido a su mayor movilidad. Los tumores malignos con adherencias a los órganos vecinos pocas veces se tuercen. La clínica más común de la torsión es; dolor abdominal bajo de inicio brusco, a menudo asociado con náuseas o vómitos. El examen clínico no siempre permite demostrar la lesión, sin embargo, en niñas colaboradoras, tal vez pueda palparse la misma a través del abdomen o del tacto rectal. El estudio por imágenes más útil es el ultrasonido, aunque sus resultados, al igual que las pruebas de laboratorio pueden ser inespecíficos. En adolescentes con vida sexual debe descartarse embarazo ectópico roto, por lo grave del cuadro y por requerir cirugía urgente. El tratamiento de la torsión de ovarios siempre es realizado a través de la cirugía. Retardos en la misma de 10 horas o más se asocian con gangrena de la glándula, sin embargo, porcentajes elevados pueden recuperarse, a pesar de pasar muchas horas sin recibir sangre. Las pacientes que han sufrido la torsión de un ovario tienen mayor riesgo de presentar nuevos episodios del mismo ovario o del contralateral, motivos por los que el cirujano fijará a ambos durante la cirugía.

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