En condiciones normales, la abertura por la que sale la orina en el varón (meato uretral) está situada en el extremo distal del pene. La hipospadias, es una alteración del desarrollo intraútero en la cual el meato abre en la parte inferior del pene, la cual afecta aproximadamente 3 de cada 1.000 recién nacidos. No se sabe a ciencia cierta las causas que la producen, sin embargo, se han relacionado a déficit de hormonas masculinas, factores genéticos y ambientales. El aspecto externo de los genitales en niños con hipospadias, -sobre todo las formas más severas-, causa grandes preocupaciones en los padres, debido a, probables repercusiones sobre la función sexual futura. La imposibilidad para la micción en posición de pie en niños mayorcitos, al igual que, curvaturas peneanas acentuadas en adolescentes y adultos jóvenes, tienden a causar alteraciones de su imagen corporal que, dificultan y retrasan el inicio de la vida sexual. Es recomendable iniciar la corrección quirúrgica a edades tempranas, antes de que los niños tengan percepción de la enfermedad, para minimizar el impacto psicológico. La corrección quirúrgica en centros especializados logra resultados cosméticos y funcionales adecuados en la mayoría de los pacientes.
Clasificación. Existen varios grados de hipospadias de acuerdo a la localización del orificio uretral, a partir de lo cual toman su nombre (Figura N° 1).
Síntomas. La localización del orificio uretral hace que el chorro urinario sea como una “regadera” o se dirija hacia abajo (los niños se orinan los pies); por lo que, muchos niños se ven obligados a orinar sentados. Aunque existan varios tipos de hipospadias (Figura N° 2),
el orificio uretral siempre está localizado en la cara inferior del pene; la piel del prepucio de la cara inferior está ausente, lo que produce un “capuchón” en la parte dorsal; el glande; visto de lado, tiende a ser aplanado antes que cónico, mientras que; la curvatura hacia abajo (más evidente con el pene erecto), puede varias desde leve hasta muy acentuada, en cuyo caso puede comprometer la penetración vaginal. Afortunadamente, las formas más distales, – las cuales generalmente no se acompañan de curvatura ventral-, son mucho más frecuentes que las proximales.
Diagnóstico. Es realizado sobre la base de la historia clínica. Debe valorarse el calibre del orificio uretral y asegurarse que no esté muy estrecho, en cuyo caso se asociarán síntomas urinarios (pujo para orinar, chorro urinario fino e infecciones en la orina). En hipospadias proximales deben sospecharse estados intersexuales, sobre todo cuando uno o ambos testículos no han descendido, en cuyo caso deben ser evaluados por endocrinólogos pediátricos y genetistas.
Tratamiento. La condición debe ser corregida hasta lograr resultados cosméticos y funcionales adecuados, de tal forma que, los genitales luzcan con aspecto de penes circuncidados. La edad de la cirugía se ha adelantado progresivamente en los últimos años, para garantizar que la corrección se haya completado antes del ingreso al preescolar (< 30 meses), tomando en consideración el desarrollo psicológico y comportamiento social futuro. Dado que son procedimientos susceptibles a complicaciones operatorias que obligarían a nuevas cirugías o, en hipospadias complejas (proximales con curvaturas acentuadas), las cuales requieren cirugías en varias etapas, en cuyos casos se prolongaría la edad definitiva de resolución, la tendencia es a operar a partir del 6° mes de vida. Las complicaciones de la cirugía más observadas son; fístulas uretrocutáneas (más de un orificio uretral), cierre parcial del conducto uretral (estenosis), recurrencias, curvaturas persistentes y apariencia poco estética del pene.