Se asocian con frecuencia a la administración de anestésicos, sedantes y a la misma intervención quirúrgica; tiempos quirúrgicos mayores a 30 minutos se han relacionado con mayor frecuencia a estas manifestaciones. Dichos síntomas son tan desagradables que, los pacientes comúnmente manifiestan más temor a estos que al dolor. Los mismos se incrementan a partir de los dos años, con mayor incidencia entre los nueve y los 14 años, comenzando a disminuir a partir de ese momento. Los vómitos pueden provocar subidas de la tensión arterial, sangrado, dehiscencia de suturas y neumonías por aspiración. Son más frecuentes en niños pequeños, en cirugías abdominales, de otorrinolaringología, estrabismo, de hernias, descensos de testículos y circuncisión. Muchos médicos indican tratamiento para las náuseas y los vómitos de una manera preventiva al finalizar la cirugía.