También conocidos como penes “incluidos” o “enterrados”; constituyen entidades infrecuentes, caracterizadas porque el pene se encuentra disimulado entre las partes blandas vecinas, dando la impresión de que no existen o, son muy pequeños. Algunos incluyen en este grupo a pacientes con sobrepeso u obesos quienes tienen almohadillas de grasa anormalmente gruesas en el pubis dando lugar a “penes ocultos por obesidad”.
La mayoría de estos niños consultan por problemas cosméticos, aunque eventualmente, pueden asociarse a infecciones locales, higiene dificultosa, dificultad para sostener el pene durante la micción y situaciones embarazosas por su pequeña apariencia, cuando tienen edad suficiente como para tener conciencia de sus genitales y deben desvestirse delante de sus pares. Algunos pacientes necesitan sentarse para orinar debido a la irregularidad en el chorro urinario que se disemina como un aerosol. Al examen clínico, el pene no es visible, parece estar atrapado en los tejidos más profundos (Figura N°1). Durante la erección, existe una protrusión mínima del pene desde la pared del abdomen. La retracción del prepucio y la piel sobre la base del falo por el especialista generalmente expondrá un pene de tamaño normal que desaparecerá nuevamente cuando la compresión es liberada.
La valoración oportuna y el tratamiento correcto calmará la ansiedad de los padres. Muchos especialistas estiman que esta entidad puede corregirse espontáneamente durante la pubertad, sin embargo, existe evidencia que, la resolución no siempre ocurre, además, se debe promover la corrección adecuada y oportuna de toda entidad, en cualquier parte del cuerpo, con riesgo de producir efectos negativos en el desarrollo social, sexual y psicológico del niño. Niños con esta u otras enfermedades que afectan los genitales, pueden sufrir vergüenza y pérdida de la autoestima, propio de penes poco visibles. Estamos de acuerdo en aguardar hasta el periodo de la lactancia (1-24 meses de edad) para que, por efectos de la deambulación y la redistribución de la grasa corporal propia de esa edad, disminuya la acumulación de panículo adiposo en el pubis (base del pene) y mejore espontáneamente el aspecto estético. Luego de ese periodo, de no observar mejoría, se recomienda a los padres la corrección quirúrgica antes de que el niño alcance una edad en la que, pueda recordar: cirugías, curas dolorosas, apósitos ensangrentados sobre los genitales, exposiciones periódicas de estos a extraños (médicos y enfermeras), visitas a hospitales, alteraciones en la dinámica familiar propias de la circunstancia, etc., que puedan afectarlo psicológicamente y, no esperar hasta la pubertad en espera de que pueda mejorar en forma espontánea. El tratamiento quirúrgico puede realizarse en forma segura, con resultados estéticos y funcionales excelentes (Figura N°2),
y con razonables tasas de complicaciones cuando es realizado por cirujanos acreditados. Pacientes con penes incluidos sometidos a circuncisión por diagnósticos erróneos por cirujanos inexpertos, darán lugar a una condición conocida como “penes atrapados” (Figura N°3),
que obligará a reconstrucciones quirúrgica complejas.
La cirugía de penes ocultos en niños con sobrepeso es innecesaria, debido a que ellos tienden a mejorar cuando pierden peso, además, el efecto del tratamiento quirúrgico; extracción (lipectomía) o aspiración (liposucción) de grasa suprapúbica suele ser temporal, ya que, la reacumulación de tejido adiposo es la regla.