Representa probablemente la emergencia genitourinaria más común en la infancia y adolescencia. Se caracteriza por la torsión del testículo sobre su eje. lo que impide la llegada de sangre a éste y provoca su pérdida cuando no es corregida a tiempo (Figura N° 1).
El testículo izquierdo suele afectarse más que el derecho. Aunque puede ocurrir a cualquier edad, existen dos grupos de mayor incidencia; adolescentes entre 10 y 16 años, y otro grupo menos frecuente cerca del nacimiento. En adolescentes, la actividad física intensa y los ejercicios bruscos, favorecen la contracción súbita de los músculos de la pared abdominal, lo cual parece predisponer a la torsión. En ocasiones se presenta en pacientes mientras duermen, quienes son despertados por el dolor intenso, lo cual se ha relacionado a las erecciones fisiológicas durante el sueño. La alta incidencia durante la pubertad es explicada por aumento rápido de volumen testicular, asociado al incremento en la producción hormonal. En recién nacidos se han relacionado con; trabajo de parto prolongado o difícil, alto peso al nacer, presentación de nalgas o preeclampsia (hipertensión arterial durante el embarazo).
Síntomas. En adolescentes, el dolor escrotal de fuerte intensidad y de aparición súbita, representa el signo más importante, seguido de vómitos, náuseas y dolor en abdomen inferior o ingle del mismo lado de la lesión. En ocasiones, el dolor abdominal enmascara signos agudos en escroto y produce demoras en el diagnóstico, lo que hace que se pierdan muchas gónadas por no realizar el examen genital y por no sospechar la enfermedad. Al examen clínico se observa: elevación del testículo y alteraciones en su eje. En las primeras horas de evolución, la piel del escroto se torna violácea (Figura N° 2),
la cual, varias horas después presentará enrojecimiento y calor. El 25% de los pacientes han sufrido episodios previos similares, que han cedido espontáneamente.
El diagnóstico se realiza gracias al examen clínico. Los estudios por imágenes, si bien pueden confirmarlo no deben retrasar la intervención quirúrgica.
La meta de la terapéutica es la preservación del testículo y su fijación quirúrgica; tanto del afectado como del normal; como regla general, ante la sospecha de la patología debe realizarse el tratamiento sin demora. La posibilidad de recuperación puede alcanzar el 90% cuando la corrección es realizada dentro de las primeras 6 horas de evolución, pero ésta cae a menos del 10% luego de transcurridas 24 horas. Cuando el testículo está perdido (infartado), debe ser extirpado para evitar comprometer el sano, el cual deberá fijarse para evitar que le ocurra lo mismo. Cuando se hace necesario retirar el testículo enfermo, es recomendable la colocación de prótesis en su lugar para evitar alteraciones psicosexuales sobre la imagen corporal y la autoestima.