Los traumas testiculares en la infancia no son patologías comunes, cuando se producen, ocurren con mayor frecuencia en la edad escolar y en la adolescencia. Dichas lesiones pueden ser contusas o penetrantes; las primeras se producen por compresión del testículo contra las ramas del pubis, por traumas directos en el escroto, secundarios a; puntapiés, manubrios de bicicletas o durante actividades deportivas. Las penetrantes se deben a accidentes, mordeduras de animales y herramientas manuales. En ambos tipos de lesiones, los pacientes consultan con dolor intenso en el contexto de un trauma reciente. El examen clínico puede demostrar equimosis, hinchazón y abrasión de la piel o, heridas en casos de traumas abiertos (Figura N° 1).
El examen físico debe incluir la evaluación de sangre en el meato uretral y lesiones peneanas o uretrales concomitantes. El ultrasonido es importante para determinar el estado del testículo. Cuando éste se fractura (Figura N° 2);
la cirugía temprana y el drenaje de la sangre incrementan su sobrevida. Grandes hematomas pueden comprimir el testículo y dañarlo a largo plazo. Las heridas abiertas obligan a la exploración quirúrgica inmediata.