Los tumores testiculares en la edad pediátrica son muy infrecuentes y, pocas veces malignos. El grupo de mayor incidencia se ubica entre los 2 y los 4 años de edad y, otro grupo a partir de los 15 años de edad, con mayor tendencia a la malignidad. El factor de riesgo más claramente establecido para malignidad son los testículos no descendidos (criptorquidia), en cuyo caso se presentan cuando sean adultos jóvenes.
Síntomas. El hallazgo clínico más frecuente consiste en masas escrotales indoloras, sólidas, de crecimiento lento y sin transiluminación (Figura N° 1).
Aproximadamente, 15 a 20% de los pacientes tendrán hidroceles, lo que muchas veces produce retardo en el diagnóstico. La presencia de masas testiculares precedidas de crecimiento acelerado, voz grave, crecimiento del pene y vello pubiano, debe hacer sospechar en tumores productores de hormonas masculinas.
Diagnóstico. Se realiza sobre la base de la historia clínica y estudios por imágenes y de laboratorio, utilizados tanto para el diagnóstico como para conocer el avance y el control a largo plazo de la enfermedad.
Tratamiento. Depende del grado de malignidad; en los benignos su extirpación o la cirugía conservadora de testículos es suficiente; en malignos el tratamiento es multimodal; cirugía, quimioterapia y radioterapia. La asistencia psicológica es importante en todos los casos.